Sopla una ligera brisa de mar despeinando mi cabello. El agua templada acaricia suavemente mis dedos de los pies al tiempo que el reggae de Bob Marley me acompaña de fondo. Apuro el trago de la bebida dejándome ir lentamente al ritmo de sus letras y de los rayos de sol…
Playa del Hotel RIU Reggae (Jamaica)
Dicen que para soñar hay que cerrar los ojos, pero a veces más te vale tenerlos bien abiertos para no perder detalle, porque hay realidades que incluso son capaces de superarlos.
Nunca habíamos pensado en visitar Jamaica. Al menos no conscientemente. Y al abrir los ojos… el avión de Evelop prácticamente a ras de agua toma tierra en un espectacular descenso hasta el aeropuerto de Montego Bay. Tras frotarnos los ojos de nuevo, teníamos ante nosotros un paraíso de aguas de color azul turquesa, nuestras manos hundidas en la fina arena blanca, la mochila, y nuestras inseparables Skechers siempre prontas para descubrir el mundo. Mientras las palmeras alrededor bailando traviesas al compás del viento llamando la atención. No hay duda, estamos en el Caribe y Jamaica nos da la bienvenida de la mejor manera que conoce, con alegría, baile y por supuesto con Bob Marley.
Montego Bay es una de las principales ciudades de Jamaica donde se encuentra el aeropuerto más importante del país. Es curioso cómo de repente nombres aprendidos a fuerza de memoria durante los años de universidad (Montego Bay fue la ciudad en la que se celebró la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y que posteriormente dio su nombre a este acuerdo) vuelven a ti en forma de destino.
Montego Bay no es una ciudad excesivamente grande, apenas unos 110.000 habitantes, pero ofrece muchas alternativas a todos los que la visitan a parte de ser un punto ideal para comenzar tu visita y lanzarte a conocer Jamaica.
Craft Market
Si buscas la autenticidad de un destino, sin duda deberás fijarte en la gente de los lugares y mezclarte con ellos. Nuestra primera parada fue Craft Market («Mercado de Artesanías»), un mercado donde encontrarás todo tipo de souvenirs y artesanías. Fue nuestra verdadera primera toma de contacto con el país. Tras entrar y salir del arco iris de pequeñas casitas que ejercen de puestos ambulantes, conocimos el calor de su gente. En un inglés de acento particular chapurreado entre algunas palabras de patois (dialecto que surge de la fusión del inglés y algunas lenguas africanas) intercambiamos sonrisas y nos aventuramos a compartir juegos de arraigada tradición como el dominó con un grupo de locales.
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Espigón de la playa Doctor’s Cave. Foto: Andurriante
Y aunque Jamaica son playas paradisíacas, la primera playa destinada al turismo e insertada en pleno Montego Bay es Doctor’s Cave. Tiene más de 100 años de historia y, si no quieres moverte de la ciudad, puedes acudir a pegarte un chapuzón y hacer alguna que otra foto dentro de una concurrida playa de sombrillas de colores. Desde uno de sus dos espigones podrás ver los aviones aproximarse a corta distancia en dirección al aeropuerto.
Dead End Beach
Y para terminar el día, nos perdimos en uno de esos lugares fuera de ruta, Dead End Beach. Escondida de la mirada de los turistas, esta playa y su malecón son un punto habitual de encuentro para la gente local. Se encuentra colindante a la pista del aeropuerto y desde ella se puede ver también el aterrizaje de los aviones a muy poca distancia. Es el lugar ideal para coleccionar un perfecto atardecer y beber unas cervezas mientras tanto.
Sumérgete en la riqueza de Jamaica
Pero los colores de Jamaica se extienden hasta el mar. En tierra de piratas, las aguas de Jamaica cuentan historias de otra época con galeones y tesoros pero sobre todo la riqueza de una fauna y flora marina impresionante. Tras embarcarnos en un catamarán con Scuba Caribe y alejarnos de la costa a unos 15 minutos de trayecto, nos dispusimos a realizar una actividad diferente.
A parte del tradicional buceo o snorkeling que ofrece Scuba Caribe, decidimos probar el Snuba. Esta modalidad es una mezcla de ambos en la que se hace una inmersión mediante una vía de aire pero sin botella. Se puede bajar hasta 20 metros de profundidad a ras de suelo marino o simplemente contemplar la fauna marina desde la superficie, todo a gusto del consumidor. Apto para principiantes o neófitos ya que no requiere licencia previa. Es increíble poder moverse con libertad para descubrir las maravillas del mundo marino de cerca.
Glistering Waters: la Laguna Luminiscente
¿Habéis oído hablar de aguas luminiscentes que brillan durante la noche? Tan irreal como verdadero. Un fenómeno único que apenas puede verse en un puñado de lugares en el mundo, entre ellos Jamaica. Hasta allí nos fuimos en minivan en un viaje que duró aproximadamente una hora desde Montego Bay.
Aunque es una de las excursiones más turísticas, merece la pena. Es recomendable reservar la visita antes de asistir, pues suele haber colas y dependiendo del número de gente puede que te toque esperar. El precio por persona es de 25 dólares para un paseo en lancha de unos 15 minutos. El billete incluye, dependiendo del capitán que te toque, unas vueltas alrededor del lago junto con un poco de la historia del lugar y la explicación de cuándo y cómo se produjo el hallazgo de estos misteriosos microorganismos luminiscentes que provocan un destello propio de una película de extraterrestres que ilumina el agua al agitarla.
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Es posible bañarse para tomar alguna foto siempre que informes al capitán al empezar o de lo contrario te quedarás sin tiempo para ello como nos sucedió a nosotros. Al regresar al embarcadero, descolgamos nuestra mano de la barca para jugar con el agua mientras dejábamos un surco luminoso a nuestro paso.
Rick’s Café, uno de los mejores bares del mundo
Dicen que si vas a Jamaica no puedes perderte el Rick’s Café, para muchos uno de los 10 mejores bares del mundo. Llegar allí es una excursión en sí misma. Hay que ir en catamarán y el desembarco en uno de los entrantes de los acantilados sobre los que se ubica de por sí ya es toda una aventura.
Pero, ¿qué tiene de especial el Rick’s Café? En cuanto a comida y bebida poco o nada tiene que no puedas encontrar mejor y más barato en otras partes de la isla. El encanto del trayecto para llegar a este lugar mezclado con las vistas desde lo alto que aseguran una buena foto, son uno de sus principales reclamos. Sin olvidarnos del famoso salto desde el acantilado.
En el Rick’s Café hay un saliente que te permite saltar desde el acantilado al gran azul desde unos 12 metros de altura, aunque también puedes hacerlo desde algún punto inferior. Una actividad de adrenalina para valientes o inconscientes, ya que cuenta con una historia detrás que no siempre es tan positiva ni espectacular como algunos de los saltos que prometen.
Es uno de los puntos calientes de la isla que recibe unos 1000 turistas cada día. Y de vuelta en el catamarán, paramos en Margaritaville, un local a pie de playa cuya carta y variantes de margaritas (fresa, clásico, mango, banana…) es interminable. Nada mejor para darle sabor a esta escapada.
Roaring River, descubriendo la Jamaica más auténtica
Uno de nuestros lugares favoritos de todo el viaje. Viajar es perderse, encontrarse, compartir y respirar experiencias y conversaciones con gente local. Todo eso y más pudimos vivir en la comunidad Roaring River en Westmoreland, a más o menos una hora de Negril.
Roaring River se traduce por “el río que ruge” debido al ruido de la fuerte e incesante corriente de agua del río que baña la comunidad. Allí tuvimos ocasión de bajar a visitar la cueva que lleva su nombre. Tras descender unos peldaños y ser tragados por la oscuridad, la luz de nuestro guía adivinaba formas en las rocas y estalactitas, con algún que otro murciélago, para terminar con un baño en una de las pozas de la gruta.
Tras ello nos perdimos en la comunidad. Gente que ve la vida pasar desde su porche y nos mira con curiosidad. Nos saludan con la mirada. La mayoría son cercanos y accesibles, historias de una vida que descansan en la tranquilidad de una comunidad sin grandes sobresaltos.
Y vemos a los niños. Los niños son niños por naturaleza, independientemente de donde sean. Y así conocimos a Papadu. Su inocente y curiosa mirada le delata, probablemente porque somos las primeras personas blancas que ha visto en su vida. Seguimos paseando y compartimos el idioma internacional con un par de jóvenes del pueblo: dar unas patadas al balón sin necesidad de articular palabra.
Iosu respirando aire puro en Roaring River. Foto: Andurriante
En Roaring River encontramos las verdaderas raíces de Jamaica. La visita a la comunidad nos gustó, nos dejó poso y mucho en lo que pensar en nuestro camino de vuelta en la minivan hacia el ClubHotel Riu Ocho Ríos, nuestra base en esta zona de Jamaica.
Mausoleo de Bob Marley en Nine Mile
Pero si hay una cosa que Jamaica es por encima de todas, es reggae. Este genero musical surgido en los 60 tiene como principal exponente a un personaje que representa al país entero: Bob Marley. Él y su música suenan por cada rincón de la isla y su figura vive en el corazón y el ritmo de todos los jamaicanos. Puede parecer normal escuchar sus canciones, e incluso que se usen como reclamo turístico, pero cuando observas detenidamente como niños y mayores cantan y tararean todavía todas y cada una de sus canciones como si fueran el número uno de la lista de éxitos de esta semana, te das cuenta de la magnitud del rey del reggae.
Para entender este fenómeno hay que dirigirse a donde empezó todo: Nine Mile. En este pequeño pueblo del interior, en la zona de las montañas, es donde nació Bob Marley y el lugar en el que descansan los restos de este genio rastafari e ídolo mundial.
En Nine Mile está su casa y su mausoleo que se pueden visitar con guía. Nuestro cicerone fue “Captain Crazy”, un rastafari peculiar con una sonrisa contagiosa. Allí no se puede fumar tabaco (que cada uno lo entienda a su manera). Y entre historias y risas, fuimos recorriendo la infancia de Bob a través de fotos y recuerdos familiares por las diferentes habitaciones hasta llegar a su mausoleo. Entre medias, una actuación en directo con algunos de sus mejores temas, le dan el toque comercial a la visita que puedes completar con el paso por una tienda de souvenirs a la salida.
En una especie de ermita, con un intenso humo y olor a marihuana, se encuentra el mausoleo de Bob Marley, lugar de peregrinación donde tantas personas han venido a presentar sus respetos. No está permitido tomar fotos. Marley, reconocido apasionado por el deporte del balón, fue enterrado junto a su guitarra y su inseparable pelota de fútbol. Una curiosidad para los más futboleros: su equipo favorito era el Santos de Brasil.
Cascada de Dunn’s River
Desde Ocho Ríos parte el catamarán que te hará disfrutar de una de las excursiones más recomendadas del viaje: el ascenso de las cascadas de Dunn’s River. La tripulación se encarga de animar y amenizar la hora que dura el trayecto con música y bailes. Mención especial tienen los bailes en Jamaica. Los jamaicanos llevan el ritmo en el cuerpo y no pierden la ocasión de mostrarlo siempre que pueden.
Para esta excursión es aconsejable el uso de un calzado específico para poder subir las cascadas sin hacerse daño. Las Dunn’s River Falls, como se las conoce en inglés, es un conjunto de cascadas con piscinas naturales. La subida se realiza con un guía y es mucho más divertida de lo que uno imagina a priori. Terminamos completamente empapados pero con una gran sensación.
Y así, volvimos a frotarnos los ojos por tercera vez, y el avión que nos había visto llegar, ahora nos trasladaba de vuelta a la realidad. Un sueño que habíamos agarrado con las dos manos, y que vivimos con los ojos bien abiertos. Ahora pasado el tiempo, todavía recordamos aquella sensación de la brisa del mar despeinando el cabello mientras suena la música de Bob y el agua templada acaricia suavemente los dedos de los pies.
Este viaje, organizado por Mochileros TV, formó parte de la experiencia #VacacionesBlogger2 en colaboración con B The travel Brand, RIU Hoteles y Scuba Caribe. Sigue nuestras aventuras y pasos por el mundo con SKECHERS en el hashtag #skechersxelmundo en Facebook, Twitter e Instagram.
Videoperiodista, documentalista y aventurero. Entre mayo de 2006 y junio de 2007 realicé uno de los grandes viajes de mi vida: la ruta panamericana. De esta aventura nace el documental “La costura de América” que narra este viaje en solitario de 45.000 kilómetros, realizado íntegramente por tierra y más de 11 meses desde Prudhoe Bay (Alaska) hasta Bahía Lapataia en Tierra de Fuego (Argentina). He trabajado como corresponsal de la Agencia EFE en la India y realizado decenas de reportajes sobre turismo, cultura y sociedad para el canal de televisión español Telecinco. En enero de 2014 estuve nominado en los Premios Goya con mi cortometraje documental "La Alfombra Roja" rodado en un slum de India y que lleva acumuladas más de 130 selecciones en festivales de cine de todo el mundo. Sigue mis viajes en mi blog de viajes o mis redes sociales: Twitter, Facebook, Instagram y LinkedIn