A mediados de 2013, con los cuarenta ya cumplidos, cansado de la rutina y persiguiendo un sueño de juventud, decidió aparcar su trabajo estable como monitor en un taller ocupacional de personas con discapacidad mental, a su querida novia, hogar, familia, amigos y a Ron Vudú, su banda de rock de toda la vida, para adentrarse en el corazón de un continente fascinante: África.
Ya había recorrido en bicicleta el Camino de Santiago y Cuba, pero Óscar había leído en algún sitio que la Tierra es demasiado grande para recorrerla a pie y demasiado pequeña para hacerlo en moto, así que optó por dar pedales. Solo y a lomos de una sencilla Orbea, unió Sudáfrica con Etiopía. En el continente negro convivo durante 5 meses con tribus ancestrales como los Himbas, durmió en los más inhóspitos desiertos como el Namib, sorteó hipopótamos y cocodrilos en el río Chobe, lloró en la soledad, aprendió y desaprendió en la calles de Nairobi, y descubrió el paraíso Suajili en la isla de las especias: Zanzíbar.
Vivió la vida en mayúsculas. Cerca de nueve mil kilómetros en los que llegó a acumular más experiencias y anécdotas que en el resto de su vida. Como con esto no tuvo bastante, dando algún salto en avión, se plantó en el no menos emocionante continente asiático, donde durante 6 meses se perdió en los bulliciosos bazares orientales con olor a menta y especias de Yemen, Jordania y Turquía.
Para esquivar la crudeza del invierno en Asia Central, volvió a saltar por aire hasta el Sudeste Asiático, para atravesar las selvas tropicales de Malasia, las turísticas islas de Tailandia, los exuberantes templos de Camboya, el Mekong y la vieja Cochinchina hasta llegar exhausto a la hermosa bahía de Ha Long, al norte de Vietnam. Una nueva etapa lo enfrentará a la crudeza de La India, y lo llevará a recorrer uno de los más emblemáticos tramos de la Ruta de la Seda, pedaleando la mítica Pamir Highway desde Tayikistán hasta Kirguistán, para cruzar a Uzbekistán en busca de las míticas ciudades de Samarkanda y Bujara. El calendario y las trabas burocráticas lo obligan a sobrevolar Turkmenistán para llegar a Irán, uno de los países más fascinantes de cuantos ha conocido.
El estrecho de Ormuz le conduce a la extravagante Dubai, una extraña ciudad de la que huyo tan pronto como puedo para despedirse desde el bello sultanato de Omán. Salió de casa con 10.000 € y le sobró dinero; viajó durante un año y le faltó tiempo; pero sobre todo, rebosó de felicidad al ver su sueño cumplido.
“La Canción del Nómada” ha resultado ser mucho más que un viaje, ha sido la experiencia definitiva, un punto de inflexión que le ha permitido seguir avanzando en la vida con la cabeza bien alta y con las alas relucientes, dispuestas a desplegarse cada vez que sea necesario. Plasmó parte de este gran viaje en un libro: “La Canción del Nómada”. Óscar tiene claro que pronto volverá a masticar el polvo, a quemarse bajo el sol y a pisar la mejor escuela del mundo, la carretera, de nuevo. Eso si, esta vez será en familia.
Oscar Sánchez contó la experiencia de este gran viaje en la Antiga Fàbrica Estrella Damm (C/ Roselló 515) en las V Jornadas IATI de Grandes Viajes de Barcelona. Suscríbete al canal de Youtube de Mochileros TV y podrás ver todas las charlas gratis en diferido →→→ ¡QUIERO SUSCRIBIRME!
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Nombre, apellidos, profesión -conocida 😉 a qué dedicas el tiempo cuando no viajas- y lugar de nacimiento.
Mi nombre es Oscar, nacido en Barcelona y con domicilio en Gavá uno de esos pueblos suburbio a pocos kilómetros de la capital catalana. Actualmente trabajo como monitor en un taller ocupacional con personas con discapacidad mental, aunque he pasado por todo tipo de empleos, desde camarero a camionero…
¿Qué recuerdos tienes de cuando eras pequeñ@ en lo que se refiere a viajar? (Escapadas en familia, tu/vuestra primera experiencia de viaje sol@ o en grupo, historial viajero de uno de tus familiares)
Supongo que el hecho de «no tener Pueblo”, como le pasa a la mayoría de la gente de mi entorno, obligaba a nuestra família a escoger cada verano un destino diferente. Mis padres no es que fuesen unos hippies trotamundos, pero siempre que teníamos la oportunidad agarrábamos la tienda de campaña, posteriormente una caravana, y nos lanzábamos a la carretera.
El primer viaje que hice por mi cuenta, fue a lo grande, cruzando el Atlántico y perdiéndome junto a mi hermano y mi novia de aquella época por el Sur de los EEUU, después vendrían dos escapadas más a los USA recorriendo la mítica ruta66, y el Mississippi desde su nacimiento hasta el Delta, Europa de cabo a rabo, Cuba en Bicicleta… además teníamos una banda de rock que nos permitía salir de gira y conocer nuestra bella península Ibérica desde su perspectiva más canalla, pero fue a partir de un viaje en furgoneta con Miriam (mi pareja) a Marruecos y después hasta el este de Turquía cuando se despertó la chispa por todo lo que oliese a especias, menta… ya sabes, oriental y diferente…
¿Qué te ha aportado viajar que no lo hayan hecho otras aficiones o hobbies que tienes?
Viajar para mi es lo más. Creo que es la mejor escuela que existe. Se aprende más en un mes en la carretera que en un año en el colegio. El viaje te aporta algo que está muy cerca de la libertad, y eso es para mi lo más valioso, la sensación de ser por un tiempo determinado el dueño de mi vida…
¿Qué ha cambiado en tu yo interior después de este gran viaje? (percepción del mundo…)
Lo cierto es que yo salí de viaje con 40 años, por lo que tampoco se puede decir que saliese a buscarme a mí mismo, ni nada de eso (yo ya me había encontrado hace años…), pero sí que es cierto que cuando vives de primera mano la pobreza extrema, la solidaridad verdadera, el sacrificio, y la realidad del otro mundo, muchas veces muy alejada de la que los medios nos suelen vender, pues sin darte cuenta, es cierto que te vas transformando y acabas valorando muchas cuestiones a las que antes ni tan siquiera les había prestado atención. Como ejemplo el hecho de abrir un grifo y poder disfrutar de algo tan básico como el agua corriente, aunque siempre suelo decir, que tan importante es lo que se aprende como lo que se desaprende.
«Durante el viaje es tan importante lo que se aprende como lo que se desaprende»
5 cosas que nunca faltan en tu mochila
La verdad es que no soy muy meticuloso en lo que se refiere a organización, logística, etc… cinco cosas, me parecen demasiadas!!!! (risas) pero una que nunca falta es un mapa por muy cómodos que sean los GPS, siempre preferiré el papel a las pantallitas digitales..
Cada vez más viajeros buscan la forma que más se ajuste a sus habilidades para traviajar y extender la duración del viaje. En caso de haber trabajado en ruta: ¿qué tipo de trabajos has hecho para ganarte la vida? ¿Qué tipo de trabajos recomendarías? ¿En tu filosofía es compatible viajar y trabajar?
Durante este gran viaje al que he bautizado como “La Canción del Nómada” no he trabajado, pues no quería desperdiciar ni un solo minuto de carretera. Antiguamente si que había vendido artesanía por las calles de Copenhague, e incluso había llegado a tocar la guitarra junto a un amigo por algunas capitales españolas, pero creo que si cuando se viaja se huye de la rutina y del trabajo pues se trata de eso, de viajar. Para trabajar ya esta el resto de la vida.
¿El momento más extremo/peligroso/extraño/paranormal que hayas vivido en tu gran viaje?
El viaje ha estado plagado de anécdotas, aunque una de las más extremas, sea tal vez en la carretera de Pamir, cuando fui sorprendido por una tormenta de nieve que borró literalmente el paisaje de mis narices… Pasé mucho miedo por la brusca bajada de temperatura y por no tener nada de visibilidad… por suerte cuando me disponía a refugiarme en la tienda de campaña, apareció un viejo Lada con una colla de jóvenes borrachuzos de vodka en su interior. Me ayudaron a llegar a una remota granja donde me instalaron en una fría habitación. El frío era horrible, y el granjero decidió meter un asno y dos oveja en la habitación para calentarla. A la mañana siguiente el mismo granjero me consiguió un camión para salir de la zona nevada. Los camioneros eran dos personajes de armas tomar, con quienes establecí un muy buen rollo que me permitió conducir su camión por la mítica Pamir Highway.
«Cada viaje es como una especie de tatuaje que ya no te puedes borrar, siempre va a estar ahí, es parte de ti»
¿Eres de los que viajas seguro o sin seguro :)? ¿Has estado enfermo en este gran viaje en bicicleta?
Si viajé con seguro, pero creo que de repetir el viaje prescindiría de él. Tuve una infección de orina que solucioné por mi cuenta con antibióticos en Tanzania.
¿Algunos momentos que recuerdes de felicidad extrema? Esos puntos álgidos de alegría en los que uno se dice a sí mismo: «por momentos así merece la pena seguir en el camino y no volver a la oficina”.
Lo cierto es que son muchos los momentos de felicidad cuando se viaja, pues uno está haciendo precisamente lo que quiere y le apetece, por tanto cualquier situación es siempre vista con positivismo. Para mí el momento en que me duchaba después de una dura jornada pedaleando bajo el Sol africano, abriéndome una merecida cerveza, ufff eso es indescriptible. O entrar en una ciudad en la que nunca antes he estado. ¿Hay algo más excitante?
Tres personas anónimas que te hayan marcado en el camino.
He conocido a mucha gente, pero tan solo voy a darte un nombre propio: Francesco, un italiano de más de sesenta años, con mucho dinero que lleva viajando desde siempre. Tiene base Addis Abeba y tiene más de veinte niños apadrinados a quienes mantiene y paga estudios por simple altruismo y bondad. Algún día quisiera ser como él. Luego hay gente anónima genial en todas partes, como un grupo de Uzbekistán que me invitaron a comer porque sí, u otra gente de Uzbekistán también que me dieron dinero para que me tomara algo a su salud. A destacar la insuperable amabilidad y hospitalidad persa, como la de la familia Alipur, quienes me acogieron en su casa como uno más, invitándome incluso a visitar Persepolis. Tenemos mucho que aprender en lo que a hospitalidad se refiere, la verdad…
¿Qué sensaciones, pensamientos… has tenido con la vuelta a casa? ¿Ha sido dura la descompresión?
Ese es un tema del que no muchos viajeros hablan, y lo cierto es que sí que ha sido duro. Al principio es un subidón, pues te reencuentras con los seres queridos, los amigos, eres recibido como una especie de héroe, pero en seguida te das cuenta que esta vida no te hace libre, ni divertido, ni emocionante, es la misma vida de la que un día huiste, y eso es duro, sobretodo cuando has probado la carretera. Lleva un tiempo readaptarse y creo que cada viaje es como una especie de tatuaje que ya no te puedes borrar, siempre va a estar ahí, es parte de ti…
Muchos se preguntan… ¿y el amor? ¿cómo es la vida sentimental de los viajeros? (libertad para no contestar por supuesto)
Yo en mi caso salí de viaje dejando en casa a mi pareja, lo cual fue un gran riesgo, pues la quiero muchísimo, pero lo cierto es que la tecnología nos permitió mantener un contacto más o menos continuo, y de hecho me atrevería a decir que la distancia y el viaje ha sido una prueba superada que no todo el mundo es capaz de soportar. Creo que incluso se ha reforzado la relación. Y lo de enamorarse en carretera, por supuesto que puede pasar. Conocí a Larry, un tipo de San Francisco, y a Loes, una chica holandesa, que se conocieron “mochileando» por Sudáfrica. Coincidimos un par de veces más a lo largo del año, y hoy día están felizmente casados.
Tu cita viajera preferida y/o libro que recomendarías a un novato viajero.
Ufff yo de citas no soy mucho, pero de libros sí. A mí de pequeño me encantaba Julio Verne, y desde el punto de vista ciclista, creo que cualquiera de Gabriel Pernau, Salva Rodriguez o el Biciclown serían de tan buena inspiración como “La Canción del Nómada” (risas).
Por último, un viajer@, persona anónima o inspiradora, que haya contribuido a que hoy no pienses en dejar de viajar.
Pues no se… ¿Indiana Jones? ja, ja, ja… Lo cierto es que no necesito demasiada inspiración para seguir viajando, de hecho, y pese a ser padre, en ningún momento me he planteado dejar de viajar nunca. Aunque si quieres un personaje, te mencionaría a Alvaro Neil (El Biciclown), o una pareja de motoristas que conocí en Bujara que llevaban 10 años en la carretera, o una familia francesa que conocí en Tailandia quienes viajaban con con bicicletas, dos remolques y dos niños pequeñines. Me encantaría verme así algún día.
Videoperiodista, documentalista y aventurero. Entre mayo de 2006 y junio de 2007 realicé uno de los grandes viajes de mi vida: la ruta panamericana. De esta aventura nace el documental “La costura de América” que narra este viaje en solitario de 45.000 kilómetros, realizado íntegramente por tierra y más de 11 meses desde Prudhoe Bay (Alaska) hasta Bahía Lapataia en Tierra de Fuego (Argentina). He trabajado como corresponsal de la Agencia EFE en la India y realizado decenas de reportajes sobre turismo, cultura y sociedad para el canal de televisión español Telecinco. En enero de 2014 estuve nominado en los Premios Goya con mi cortometraje documental "La Alfombra Roja" rodado en un slum de India y que lleva acumuladas más de 130 selecciones en festivales de cine de todo el mundo. Sigue mis viajes en mi blog de viajes o mis redes sociales: Twitter, Facebook, Instagram y LinkedIn