Laura llevaba años soñando con hacer un gran viaje. Lo que nunca imaginó es que acabaría por viajar sola por primera vez, ni que en los días previos a coger el avión estaría muerta de miedo. Como era su primer viaje en solitario, escogió empezar por el nivel 0 del mochilerismo: Tailandia. Un país fácil y un continente seguro donde probar cómo iría desenvolviéndose. Al final, lo que iban a ser 6 meses de viaje –aunque antes de salir tenía dudas de si volvería a estar en casa a los 15 días- fueron 7… y porque el dinero no dio para más. Después de Tailandia vino Laos, Vietnam, Camboya, la India, Myanmar, Indonesia, Taiwán y Singapur.
Confiesa qué, aunque se fue sola, realmente nunca lo estuvo. En los autobuses, trenes, hostels, cafeterías… todo el rato fue conociendo a otros viajeros de todos los países del mundo y a locales que, en muchas ocasiones, acabaron siendo sus compañeros de viaje por unos días. Destaca que lo mejor de viajar sola por primera vez es que a algunos de ellos se los volvía a encontrar en otros países. Sin duda, viajar sola fue la mayor experiencia de su vida.
Laura es periodista y blogger de viajes. Se especializó en este campo porque le encantaba escribir sobre los destinos que visitaba, contar historias y experiencias. Tuvo la suerte de trabajar para algunas de sus revistas favoritas como National Geographic España y Conde Nast Traveler. Colaboró con publicaciones digitales como Viajes con Escalas y actualmente es redactora de Escapadarural.com y de la sección de viajes de la revista Divinity.
Laura contó su historia sobre cómo ha sido viajar sola en Barcelona en el evento de charlas de viaje más importante de España. Conoce más sobre su historia en su página de Facebook, Twitter, su perfil en Instagram y su blog.
Nombre, apellidos, profesión -conocida 😉 a qué dedicas el tiempo cuando no viajas- y lugar de nacimiento.
Laura Fernández, periodista de viajes. Asturias, 1984.
5 cosas que nunca faltan en tu mochila.
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Sabemos que durante un gran viaje a veces no tenemos el tiempo necesario para interiorizar o asimilar todo lo que estamos viviendo y a veces, al regresar, es cuando las vivencias comienzan a ordenarse. ¿Qué has aprendido al viajar sola por primera vez?
Que soy mucho más independiente de lo que pensaba y que me gusta mi compañía. Hasta que me fui sola de viaje nunca me había sentado a tomarme una cerveza sola en un bar o había ido sola al cine. Ahora disfruto muchísimo de esos momentos en los que estoy conmigo misma. Me encantan.
También he aprendido a ser menos vergonzosa y más abierta. Cuando empecé el viaje dejaba que la gente fuera la que se acercase a mí. Madre mía, no me hablaba nadie y me agobiaba. Un mes después ya era yo la que llegaba a las habitaciones «¡Ey!, ¿alguien viene hacerse una birra?», me presentaba y hablaba con todo el mundo. Me enganché a conocer gente nueva todo el tiempo.
La vuelta a casa, puede que sea el momento más intenso y a la vez difícil de un gran viaje. ¿Qué recuerdos te vienen de ese instante?
Estaba totalmente desorientada. Durante varios días me despertaba con la sensación de no saber dónde estaba. O tenía que volver a coger otro bus o decir en recepción que me quedaba una noche más. También echaba de menos que hubiera gente en la habitación.
¿Ha cambiado tu forma de pensar sobre la sociedad/el mundo en que vivimos? ¿Cómo te sientes en tu vida cotidiana después de haber vivido lo que has vivido?
Esto puede parecer una banalidad, y quizá lo sea. En el viaje estaba muy orgullosa de llevar 7 meses con una mochila en la que, prácticamente, siempre había lo mismo. No tenía que pensar qué ponerme, porque iba a ser lo que estaba limpio. No podía comprar cosas, porque mi espalda no lo iba a soportar. Sólo reemplazaba lo que estaba roto por otra cosa que fuera a necesitar. Pensé mucho sobre la sociedad consumista en la que vivimos. En las necesidades que nos generan que no sirven de nada y en la cantidad de cosas que había dejado en cajas en Barcelona que apenas podía recordar qué eran. Mi dinero en ese momento era para lo básico (dormir, comer y visitar cosas). Me sentía mucho más feliz. Volví con la idea de no volver a meterme en esa rueda de consumismo, aunque es complicado.
También me di cuenta que hace falta más cultura medioambiental en el mundo. El Sudeste Asiático está lleno de basura y, lo peor, es que muchos de sus ciudadanos no son conscientes de que están destruyendo sus países.
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¿El momento físico o mental más extremo/peligroso/extraño/intenso/paranormal que hayas vivido al viajar sola por primera vez?
Mi gran película mental digna de un Oscar tuvo lugar en Camboya. Estaba sentada junto a la piscina del hostel, en Phnom Penh, preparando la entrevista a uno de los supervivientes del genocidio camboyano cuando un chico/señor se me sentó al lado. Parecía majo, era de Malasia. Después de intercambiar presentaciones, sacó su móvil y comenzó a enseñarme fotos de él con el presidente de Camboya. Reconocí su cara porque, justo unas horas antes había estado documentándome sobre la política del país y me enteré que también había pertenecido a los Jemeres Rojos (el partido comunista que había creado el genocidio entre 1975 y 1979). Después empezó a decirme que trabajaba para el gobierno -no logré entender muy bien haciendo qué- y preguntó si tenía pensado publicarlo en algún lado. «Qué va, si yo sólo escribo tonterías de viajes. Camboya es muy bonita», le dije como si fuera retrasada.
Me sentí muy acosada y, esa misma tarde, tuve la gran idea de llamar a mis padres para NO preocuparles en absoluto: «Creo que el gobierno camboyano me quiere matar. Os lo digo por si luego tenéis que ir a la tv a contarlo». «Hija, estamos leyendo en Internet que hay muchos periodistas secuestrados en Camboya», me dijo mi madre. «A algunos los han asesinado», añadió mi hermana para tranquilizarme.
Esa noche no dormí. Pensé que, si disparaban por la ventana de mi habitación, me daría de lleno. Así que me pasé la noche encerrada en el baño. ¿Loca? ¿Quién? A ver, es que, ¿qué cojones hacía un trabajador del gobierno en un hostel de 5 euros la noche?. Si estaba el gobierno detrás, sabrían todos mis movimientos. ¡Estarían esperándome a la salida! No podría moverme… A no ser que todo fuera mentira, claro. Pero entonces, la broma no tenía ni «PUTA GRACIA». A la mañana siguiente cogí mis cosas y me fui. Por supuesto, no había nadie esperándome a la salida y nunca pasó nada. Llegué sana y salva a mi siguiente destino. ¿Loca? ¿Quién?
«Ahora tras el viaje soy mucho más independiente de lo que pensaba y disfruto más de mi compañía»
«En un gran viaje más que dinero hace falta usar la imaginación». La pregunta 1.000 veces repetida por aquellos que no se han lanzado o tienen miedo es que cuesta demasiado dinero. ¿Qué le dirías a alguien que ahora está soñando con emprender su propia aventura y pone los medios económicos como barrera para hacerlo?
Que yo estaba igual. Cuando tuve el dinero no lo hice, y al final, cuando me fui sólo tenía 4.000 euros en mi cuenta corriente. Como mi idea era estar 6 meses, me puse a hacer colaboraciones con publicaciones de viajes. Durante unos meses estuve viajando y trabajando a la vez, aunque me costaba mucho concentrarme. Al final, logré alargar el viaje hasta los 7 meses. También depende del itinerario, yo estuve por el Sudeste Asiático y la India. La mayor parte de los países que visité eran muy baratos.
Además, cuando estás fuera tienes mayor control del dinero. Lo que te ahorras en una cosa, siempre te sirve para añadirlo a otra. Aunque suena a tópico, si vives en una ciudad como Barcelona o Madrid, te sale mucho más barato irte de viaje. Eso si no tienes gastos en el lugar del que te vas. En mi caso yo alquilé la habitación de Barcelona por ese tiempo, por lo que los únicos gastos eran los del propio viaje.
Aquellos que nos ven vivir una aventura sea a través de las redes o de un blog muchas veces idealizan el viaje o los destinos, algo a lo que no ayuda a veces redes sociales como Instagram. ¿Qué no te ha gustado de tu experiencia al viajar sola por primera vez? ¿Qué cosas, países, personas, sensaciones personales te han dejado una huella negativa?
Las cunetas, playas y algunos lugares estaban llenos de plástico. La gente tiraba todos los residuos al suelo y, cuando tenías la oportunidad de explicárselo a alguno de ellos, no entendían por qué lo estaban haciendo mal.
Tampoco me gustó ver a muchos animales explotados, aunque esto es culpa nuestra. Los elefantes no quieren que los bañes, tampoco quieren que los montes. El peso de la silla y de las personas les acaban atrofiando la espalda. Los camellos están explotados y los tigres no son peluches. Para que muchos viajeros puedan sacarse esa imagen tan lamentable, desde pequeños les separan de sus madres, les arrancan las garras y les liman los colmillos. Los animales no son juguetes.
Por último, otra cosa que me impactó muchísimo y me dio mucha pena fue ver cómo los indios sin techo iban a defecar a las vías del tren de madrugada. La imagen de estar llegando a Delhi y ver decenas de personas sentadas haciendo sus necesidades junto a las vías es tristísima.
Las redes idealizan destinos y eso es malísimo. Al final llegas a ese lugar e igual te decepciona o «no era para tanto».
Tres momentos/personas anónimas que se te hayan quedado grabados del camino y por qué. Personas que serán siempre importantes cuando recuerdes esta gran experiencia de viajar sola por primera vez.
Anurag, el Indio que, sin conocerme de nada, me alojó en su casa de Delhi, me presentó a sus amigos y, cuando ningún cajero de la India quiso reconocer mis tarjetas de débito y crédito, me ayudó a que no me faltase de nada. Un ángel.
Arun, también indio. Fue una de las primeras personas que conocí en mi viaje. Nos encontramos en Tailandia, estuvimos cuatro días compartiendo hostel y conectamos tan bien que, aunque luego él se volvió a Singapur a currar, seguimos en contacto. Mi último día del viaje lo pasé con él en Singapur, de fiesta. Fue muy divertido.
Louis, taiwanés. Me vio tan perdida en el aeropuerto de Taipei que se ofreció a llevarme al centro en coche. Me llevó al hostel y esa misma tarde se ofreció ser mi guía en la ciudad. Durante el tiempo que hice ruta por Taiwán estuvo pendiente de mí por si no entendía algo o tenía problemas con el idioma. El último día, al volver a Taipei, me estaba esperando y se ofreció a llevarme de vuelta al aeropuerto. Era un amor.
¿Qué haces o intentas aplicar para que tus viajes sean responsables y sostenibles con el entorno, las personas, los animales?
No hacer ninguna actividad con animales, tirar la basura donde toca y evitar los plásticos en la medida de lo posible.
¿Hay otro gran viaje a la vista? ¿O con uno ya es suficiente?
La experiencia de estar fuera es tan grande que yo creo que siempre te quedas con ganas de más. Habrá otro gran viaje, o eso espero, aunque todavía está cogiendo forma 🙂
Videoperiodista, documentalista y aventurero. Entre mayo de 2006 y junio de 2007 realicé uno de los grandes viajes de mi vida: la ruta panamericana. De esta aventura nace el documental “La costura de América” que narra este viaje en solitario de 45.000 kilómetros, realizado íntegramente por tierra y más de 11 meses desde Prudhoe Bay (Alaska) hasta Bahía Lapataia en Tierra de Fuego (Argentina). He trabajado como corresponsal de la Agencia EFE en la India y realizado decenas de reportajes sobre turismo, cultura y sociedad para el canal de televisión español Telecinco. En enero de 2014 estuve nominado en los Premios Goya con mi cortometraje documental "La Alfombra Roja" rodado en un slum de India y que lleva acumuladas más de 130 selecciones en festivales de cine de todo el mundo. Sigue mis viajes en mi blog de viajes o mis redes sociales: Twitter, Facebook, Instagram y LinkedIn