Elena, Julio y sus hijos Iker y Unai son una familia ordinaria que un día decidió hacer algo extraordinario. Después de más de un año de preparativos, en septiembre de 2013 partieron a dar la vuelta al mundo en autocaravana, llena de trastos y de incertidumbres. Muchos de los trastos y casi todas las incertidumbres se fueron quedando por el camino.
La primera etapa del viaje, hasta julio de 2014, los llevó a recorrer 16 países de Europa. Para la segunda etapa de su vuelta al mundo en autocaravana cruzaron el Atlántico y viajaron por Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Un total de 18 meses en los que conocieron increíbles personas y lugares que han cambiado por completo su visión del mundo. Ahora están dando una vuelta por España y Portugal, preparando poco a poco su aterrizaje a la vida «normal».
La familia Santos-Revilla contaron su historia con todo lujo de detalle el domingo 1 de mayo (10:45-11:40) en las IV Jornadas IATI de Grandes Viajes de Barcelona (30 de abril y 1 de Mayo de 2016). ¿No puedes/pudiste acudir al evento? Suscríbete al canal de Youtube de Mochileros TV y las puedes ver gratis en diferido →→→ ¡QUIERO SUSCRIBIRME!
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Nombre, apellidos, profesión -conocida 😉 a qué dedicas el tiempo cuando no viajas- y lugar de nacimiento.
Mi nombre es Julio Santos. Soy de San Sebastián y soy informático de profesión y de vocación. Cuando no estoy viajando me encanta hacer muchas cosas. Soy un tipo de intereses variados. Me gusta escribir, leer y también me gusta cualquier cosa relacionada con la construcción y la mecánica (robótica, Lego, drones…).
Mi nombre es Elena Revilla. Soy de San Sebastián y soy profesora de gimnasia, me encanta mi trabajo, sobre todo cuando está orientado a la gente mayor. Cuando no viajo, me gusta mucho regalarme el tiempo con un buen libro, pasear tranquilamente y disfrutar de lo que veo a mi alrededor.
Elena y yo hicimos una intentona con 25 años y nos compramos un velero pequeñito con intención de dar la vuelta al mundo pero resultó que el mar no era para nosotros y se quedó en intento hasta que hace cuatro años el sueño volvió.
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¿Qué os llevó a decidir dejar todo atrás para iniciar vuestra vuelta al mundo en autocaravana?
Julio: Una pequeña semilla de vuelta al mundo había desde joven en mi cabeza. Pasaba las noches de los domingos escuchando el programa «Levando Anclas» de Roge Blasco en Radio Euskadi y soñando con los viajes que contaban. Elena y yo hicimos una intentona con 25 años y nos compramos un velero pequeñito con intención de dar la vuelta al mundo pero resultó que el mar no era para nosotros y se quedó en intento hasta que hace cuatro años el sueño volvió. Necesitábamos parar y recapacitar que íbamos a hacer con el resto de nuestra vida. Si esperábamos más, iba a ser complicado por la edad de los peques y económicamente podíamos hacerlo. Se lo plantee a Elena y dijo que sí.
Elena: Realmente siempre me ha gustado viajar y conocer sitios nuevos. Con Julio escuchábamos los domingos por la noche el programa de Roge y era una manera de mantener esos sueños fresquitos y coger energías para afrontar el comienzo de semana. Ya hicimos algún intento por mar pero después de un pequeño susto, yo la verdad prefería mantener la situación más controlada desde tierra. Pero aquella brasa de viajar seguía allí y despertó hace unos añitos cuando Julio me planteó la idea de hacer un proyecto de viaje, con los peques… bueno… yo creo que él pensaba que le iba a decir que no pero la verdad que me parecía una idea fantástica y una experiencia que merecía la pena ser llevada a cabo. En el fondo sabía que era el momento, estas cosas cuanto más las piensas peor, así que decididamente nos pusimos a ello y en un año duro de preparación estábamos listos para iniciar nuestro sueño: esta vuelta al mundo en autocaravana.
Ahora somos plenamente conscientes de que lo que se necesita para vivir es bastante poco y que las cosas más importantes no se compran. Creo que tener claros los valores importantes, nos tiene que servir para no dejarnos arrastrar de nuevo por la parte oscura de nuestra sociedad
¿Recordáis vuestro primer viaje?
Julio: El primer viaje que recuerdo es con mis padres y mi hermano al Pirineo de Huesca de camping con un Seat 850 que se nos calentaba en las cuestas y teníamos que parar a esperar que se enfriara. Como no teníamos ni mesas ni sillas, mi padre hizo unas con unos palos que cogimos en el monte. Lo pasamos genial.
Elena: El primer viaje que recuerdo es con Julio a Mallorca, éramos unos críos y volar por primera vez en avión para mí, que me había pasado todos los veranos de mi infancia en un pueblecito de Castilla de donde es mi padre (muy bien por cierto, pero sin más viajes) ya era toda una aventura.
¿Qué ha cambiado en tu yo interior después de este gran viaje?
Julio: En mi caso, la percepción del mundo ha cambiado totalmente aunque me cuesta explicarlo. Creo que el segundo año que hemos pasado en Sudamérica y la cantidad de personas increíbles que hemos conocido allí, han sido la clave de este cambio. Ahora somos plenamente conscientes de que lo que se necesita para vivir es bastante poco y que las cosas más importantes no se compran. Creo que tener claros los valores importantes, nos tiene que servir para no dejarnos arrastrar de nuevo por la parte oscura de nuestra sociedad en nuestro proceso de incorporación que será a partir de junio.
Elena: Yo creo que no soy la misma persona que la que se fue hace tres años casi. Salí como una persona con necesidad de tenerlo todo o “casi todo” medianamente controlado y te das cuenta de que en un viaje la incertidumbre pasa a formar parte de tu vida diaria y no pasa nada por ello, que hay muchos miedos que se pueden superar y que no hay tantos “hay que… o tengo que…”. Que la vida es muchísimo más sencilla y que nos la complicamos demasiado creándonos unas necesidades que en realidad no necesitamos. Que los momentos compartidos con las personas que conoces son los que realmente te dejan huella en el corazón más que los sitios a los que vas. Y que no se necesita tanto para ser realmente feliz contigo misma y sobre todo con los tuyos.
Julio: Soy un lector compulsivo y necesito llevar siempre un Kindle conmigo. También soy bastante friki tecnófilo y reconozco que me costaría mucho prescindir de mi móvil porque hago un montón de cosas con él. El resto de cosas dependen del lugar al que vayamos pero casi siempre necesito unas gafas de sol porque cada vez me molesta más (me hago mayor, jeje) y un Buff porque me gusta llevar el cuello abrigado. No sé qué poner para la última.
Elena: En mi caso y con los peques, algo para picotear y agua, también la crema de sol y mi pañuelo para el cuello. Por supuesto mi Kindle y el móvil, más por las fotos que puedo llegar a hacer que por estar conectada a lo que sea.
En caso de haber trabajado en ruta: ¿qué tipo de trabajos habéis hecho para ganaros la vida?
Julio: No hemos trabajado en ruta en el sentido que le damos en la vida normal pero el primer año, yo me dedicaba a llevar un diario y escribir crónicas en el Blog que me llevaban un montón de tiempo entre la escritura, revisión, conversión de fotos, maquetación… Es un curro de muchas horas si quieres hacerlo bien. Aparte de eso están todas las demás tareas necesarias en el viaje: conducir, cocinar, fregar, hacer la compra, dar clase a los peques… Si las juntas todas con conocer los sitios por donde pasamos, te quedas sin horas, te lo puedo asegurar. El segundo año comencé a crear un proyecto literario para la vuelta y entonces dejé de escribir las crónicas del viaje porque ya no me daba tiempo y he seguido con el proyecto desde entonces para poderlo poner en marcha a la vuelta.
Elena: En ruta no he trabajado digamos que para ganarme la vida…..pero trabajar bastante, sobre todo con el tema educativo de los niños. Prepararse el curso, los temas, dar clase… además de las rutinas normales de compra, comidas, ayudar a Julio para preparar más ruta, hacer subidas a Facebook para mantener a la gente informada de por dónde andamos. Creo que el trabajo más personal ha sido lectura sobre temas educativos y tener un poco más claro por dónde encaminar la educación de los niños.
La familia Santos-Revilla tiene una historia apasionante. ¡Su historia es muy inspiradora!
¿El momento más extremo/peligroso/extraño/paranormal que hayáis vivido en vuestro gran viaje?
Julio: Creo que aquí estaremos de acuerdo pero en cualquier caso cuento el mío. Fue en Croacia. Fuimos a visitar un pueblo que se llama Malinska en la isla de Krk y para llegar había que pasar un viaducto de unos doscientos metros que unía la isla con el continente. A la ida todo fue bien pero estando en el pueblo entró una borrasca importante y cuando a los dos días quisimos salir y llegamos al viaducto, nos sorprendió un viento infernal que empujó la autocaravana de tal forma que nuestra sensación era que podía volcar. Fueron los doscientos metros más largos de mi vida aunque los niños iban atrás viendo una peli y no se enteraron de nada. Después teníamos que ir conduciendo por la carretera de la costa con ese viento y por el lado del mar. Al final tuvimos que parar y quedarnos en un pueblo porque yo ya no soportaba la tensión.
Elena: En esto estoy con Julio. La verdad es que fueron unos momentos de bastante miedo porque la autocaravana se iba de un lado al otro y pasamos miedo de verdad.
¿Algunos momentos que recordéis de felicidad extrema? Esos puntos álgidos de alegría en los que uno se dice a sí mismo: «por momentos así merece la pena seguir en el camino».
Julio: Realmente ha habido muchos y es difícil elegir pero ahí van unos pocos. Estuvimos dos días en Pamukkale, en Turquia, en pleno febrero pero con 25 grados y un día espectacular. Nos bañamos en las pozas y lo pasamos fenomenal. Otro día en Grecia llegamos a una playa perdida en Kalogria y de repente nos encontramos con unas dunas increíbles y nos fuimos directamente a tirarnos por ellas en plan trineo. Fue muy divertido. En Sudamérica hemos visitado sitios alucinantes de los que están en las agendas de cualquier viajero pero los momentos más bonitos siempre han sido los que hemos compartido con las personas que nos íbamos encontrando por el camino: con los Zapp en Buenos Aires, con los Zircaos en General Pico-Argentina, con Theo y familia en Silvia-Colombia, con Planet Khimissa en Cartagena-Colombia o el grupo viajero que coincidimos en Canoa-Ecuador. Y otros muchos que me dejo en el papel pero tengo en el recuerdo. Esperamos poder recibir a todos ellos algún día.
«Compartir tiempo con la gente siempre deja huella en algún sentido, si además estás viajando los sentidos están más a flor de piel y todo es más intenso, los reencuentros, las despedidas, conocerse… en pocos días pasas a ser otro miembro más de la familia y eso ha sido una gran enseñanza para todos»
Elena: En Europa Pamukkale fue fantástico, parecía verano y ver a los peques disfrutar de aquella manera era realmente genial. En muchos momentos recuerdo sensaciones de mucha paz en algunas puestas de sol espectaculares. En Sudamérica, los mejores momentos y los más divertidos fueron con la gente, los días que pasamos en casa de los Zapp en Argentina, en Canoa (Ecuador) nos juntamos también con más gente viajera y esos momentos de charla bajo las palmeras fueron deliciosos, en Colombia dándolo todo en el karaoke que montamos en casa de Theo y familia, en Silvia y en Cartagena de Indias con Planet Khimissa compartiendo unos momentos especiales con sus niños que también se examinaban con los peques al final de curso. Seguro que hay muchos más…
¿Qué sentimientos/reacciones ha despertado vuestro viaje en otros viajeros o locales con los que os habéis cruzado?
Julio: Eso habría que preguntárselo a ellos. Pero hemos hecho grandes amigos que estamos deseando volver a ver así que imagino que hemos hecho un intercambio de visiones de la vida que nos ha enriquecido a todos. Yo por mi parte, ahora me siento mejor persona así que de alguna forma todas estas personas que se han cruzado en nuestro camino, han contribuido a ello. Espero haber contribuido yo también un poco a que ellos se sientan mejor.
Elena: Yo creo que compartir tiempo con la gente siempre deja huella en algún sentido, si además estás viajando los sentidos están más a flor de piel y todo es más intenso, los reencuentros, las despedidas, conocerse…..en pocos días pasas a ser otro miembro más de la familia y eso ha sido una gran enseñanza para todos. A mí ha habido mucha gente que realmente me ha dejado mucha huella, que ya forman parte de mi gran familia por el mundo. A ellos habría que preguntarles.
«Aprendes a conocerte mucho, te sorprendes mucho con los peques, ellos nos han enseñado mucho en este viaje. Su enfoque, adaptación a todo es espectacular»
Tres personas anónimas que os hayan marcado en el camino.
Julio: La verdad es que tampoco hemos vivido momentos excesivamente críticos pero siempre que hemos necesitado ayuda, la ayuda ha aparecido. No tengo recuerdos de personas anónimas porque cuando nos han ayudado, las hemos conocido. Creo que lo que más me ha marcado a mí personalmente, ha sido el tiempo que he podido compartir con los Zapp en Cardales-Buenos Aires y con nuestra familia colombiana en Silvia, Theo y Johana. Cualquiera de ellos son grandes maestros de vida.
Elena: Sin duda personas muy especiales como Hermann y Cande (los Zapp) y por supuesto mi querida familia colombiana de Silvia (Theo y Joha).
Una vez uno se embarca en un tipo de vivencia así queda infectado por el virus del viajero. ¿Qué sensaciones habéis tenido a vuestro regreso al llegar a lo que consideráis vuestro hogar? ¿uno termina convirtiéndose en nómada para el resto de su vida?
Julio: Yo pensaba que sí, pero ahora veo el viaje como un medio y no como un fin en sí mismo. En mi caso el viaje me ha servido para poder parar, bajarme de la rueda y mirar el mundo desde fuera sin la presión del tener que ir a trabajar el lunes. Esto hace que puedas alcanzar la calma necesaria para obtener una imagen más real del mundo y poder decidir cómo quiero vivir cuando vuelva. Ahora me encantaría poner en marcha un modo de vida que me permita alternar la vida sedentaria con varios meses de viaje al año.
Elena: Para mí ha sido un privilegio poder tomar distancia de donde estaba y verlo todo desde otra perspectiva, el viaje me sirve para valorar otro tipo de cosas y mil sensaciones diferentes que dentro de la rutina diaria de trabajo-niños-casa no puedes hacerlo. Para mí es un privilegio poder pasar tiempo de calidad con los míos y además poder compartirlo con más personas, sin prisa, sin presiones, sin prejuicios… realmente creo que el hogar está donde estés realmente a gusto y bueno… la vida da muchas vueltas y esto de viajar es realmente adictivo. A la vuelta retomaré cosas de antes seguro, pero tu cabeza ya no es la misma, así que sigue formando más sueños y viajes futuros porque lo importante es no dejar de tener objetivos y sueños.
¿Qué cosas habéis aprendido viajando en familia? ¿y vuestros hijos? ¿qué ha cambiado en ellos?
Julio: Como podéis imaginar, en tres años de viaje todos hemos evolucionado mucho y en muchos aspectos. En mi caso muchos miedos se ha disipado y veo que es posible vivir de otro modo. Los peques también han ido evolucionando y tener que darles clase y convivir con ellos 24 horas nos ha permitido conocer en profundidad sus caracteres y cómo reacciona cada uno de ellos frente a los problemas, las tareas, los retos… Somos más conscientes de sus capacidades creativas, de donde cojea cada uno. Creo que ahora son más sociables y les cuesta menos conocer personas nuevas.
«Hay mil formas de viajar y alguna se adaptará a vuestra familia y a vuestro bolsillo. Hay que arrancar. Los miedos van desapareciendo por el camino»
Elena: Aprendes a conocerte mucho, te sorprendes mucho con los peques, ellos nos han enseñado mucho en este viaje. Su enfoque, adaptación a todo es espectacular. La convivencia es muy intensa, te haces más consciente de tus miedos, errores… ufff… es un proceso muy duro a veces y a mí me ha costado más de una lágrima, pero forma parte de la catarsis que te da el viaje. Creo que nos ha servido a los cuatro para formar más equipo todavía y aprender a respetar lo que cada uno lleva en su mochila personal.
Hay cientos de personas que no se han animado a viajar por multitud de dudas, miedos, inseguridades, presiones familiares, sociales… ¿Qué les diríais a esos soñadores que viendo vuestra aventura piensan que no son capaces de hacerlo o que sois unos superhéroes?
Julio: En este aspecto siempre digo lo mismo. No creo que el viaje por sí solo sea una píldora mágica que te la tomas y ya está todo solucionado, ni tampoco que sea esa situación idílica en que la familia se sienta frente a un atardecer a disfrutar de la tranquilidad del trópico. El viaje tiene cosas increíbles y creo que el balance acabará siendo positivo pero hay que asumir que va a ser necesario pasar por momentos malos que es cuando de verdad se crece. Superar esos malos momentos y disfrutar de los buenos, todo en familia es lo que te va a dar el balance de felicidad.
Antes de lanzarse a la carretera, hay que tener claro que es un sueño compartido. Si arrastras a tu mujer a vivir tu sueño sin que ella lo comparta realmente, es una receta segura para el desastre. Pero si los dos lo tenéis claro, no hay nada que pueda pararos. Hay mil formas de viajar y alguna se adaptará a vuestra familia y a vuestro bolsillo. Hay que arrancar. Los miedos van desapareciendo por el camino. Cuando estés junto a tu mujer y tus hijos mirando las estrellas juntos en algún lugar del mundo, te darás cuenta de que todo tenía sentido.
Elena: Les diría que nunca dejen de soñar. Que si de verdad se está de acuerdo en un sueño común, un proyecto por hacer hay que lanzarse a realizarlo, si no se intenta nunca se sabe que pasará. Con niños siempre hay miedos, inseguridades… buffff… siempre hay que mantenerse alerta, como en nuestra vida diaria. El viaje es una gran experiencia para ellos, son esponjas que absorben todo y les enseña, al igual que a ti a abrir tu mente, que hay más maneras de vivir, más formas de hacer y de resolver en la vida, lo diferente enseña mucho. Y sobre todo formar un buen equipo, que todos estén de acuerdo y formen parte del viaje.
Videoperiodista, documentalista y aventurero. Entre mayo de 2006 y junio de 2007 realicé uno de los grandes viajes de mi vida: la ruta panamericana. De esta aventura nace el documental “La costura de América” que narra este viaje en solitario de 45.000 kilómetros, realizado íntegramente por tierra y más de 11 meses desde Prudhoe Bay (Alaska) hasta Bahía Lapataia en Tierra de Fuego (Argentina). He trabajado como corresponsal de la Agencia EFE en la India y realizado decenas de reportajes sobre turismo, cultura y sociedad para el canal de televisión español Telecinco. En enero de 2014 estuve nominado en los Premios Goya con mi cortometraje documental "La Alfombra Roja" rodado en un slum de India y que lleva acumuladas más de 130 selecciones en festivales de cine de todo el mundo. Sigue mis viajes en mi blog de viajes o mis redes sociales: Twitter, Facebook, Instagram y LinkedIn