Entre tanta playa y calor que rodea a la costa Caribe colombiana, teníamos ganas de conocer una gran ciudad de este hermoso país. Así, armamos las mochilas y nos dirigimos hacia Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia luego de su capital, Bogotá.
Medellín posee dos aeropuertos: el Aeropuerto Internacional José María Córdova, y el Aeropuerto Olaya Herrera. El primero, queda en las afueras, y el segundo en la zona sur de la ciudad. Si se llega de noche al “José María Córdova”, obligadamente hay que contratar un servicio de taxi para trasladarse hacia el centro o sino analizar la posibilidad de pasar la noche en alguno de los pueblos cercanos a esta terminal para abordar, al día siguiente, el bus público. Nosotros llegamos alrededor de las 23 horas, y decidimos pasar la noche en Río Negro, el pueblo más cercano al aeropuerto. Al día siguiente, nos cargamos nuevamente la mochila, y nos tomamos el bus.
Las opciones de hospedaje en la ciudad son abundantes, por lo que debemos buscar un lugar que nos quede cómodo para movernos. Analizando las variantes, decidimos hospedarnos en la zona conocida como “casco histórico”.
La mejor manera de recorrer Medellín, y la más económica, es utilizando el servicio del Metro Cable, un metro que en vez de dirigirse por debajo de la tierra, lo hace por encima de las calles gracias a un sistema de puentes. Compuesto por tres líneas, el sistema cubre alrededor de 9 kilómetros y tiene estaciones en la mayoría de los atractivos turísticos. Inclusive, el sistema de Metro Cable cuenta con un servicio integrado de teleféricos que permite llegar hasta los barrios situados en lo alto de las montañas que rodean la ciudad. Durante todo el trayecto, el teleférico ofrece vistas panorámicas excelentes, ideales para tomar fotografías.
El primer destino que visitamos en Medellín es la Plaza Botero. En este lugar se encuentran algunas estructuras de bronce donadas por el pintor, escultor y dibujante Fernando Botero. Como recomendación, aconsejamos a los visitantes hacerse de paciencia si es que desean tomarse una fotografía con alguna estructura ya que siempre hay demasiada gente a sus alrededores.
Otro destino que elegimos para conocer es el Jardín Botánico. Este sitio es un pulmón verde en el medio de la ciudad y en él existen distintos senderos que permiten al visitante distraerse del mundo de hormigón que lo rodea. En su interior, se levanta un mariposario, lugar donde podemos convivir por un momento con estos lindos insectos. Un dato para tener en cuenta al visitar el jardín: prestar atención a lo largo de los senderos para poder ver al lagarto que vive en el parque. La tranquilidad que posee y lo amigable que es con los humanos, harán que el encuentro valga la pena.
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