Hay mil formas de ahorrar en los viajes, de reducir gastos, de conseguirlo todo al mejor precio. Con maña y esfuerzo hay quienes son capaces de regatear hasta el último céntimo. A nosotros nos también nos gusta comparar precios, aprovechar ofertas y que nos den dos por uno de vez en cuando, pero en realidad esos no son nuestros trucos para viajar con poco dinero. Para nosotros viajar barato significa, más que nada, dejar de lado lo que no haga falta, y viajar con algo menos de pasta, menos comodidad, menos organización, pero también menos horarios, menos itinerarios impuestos y, quizás, a veces, más sorpresas. Es, sobre todo, intentar consumir menos para viajar más. Nuestros consejos no son ni universales, ni infalibles, ni siquiera del gusto de todo mochilero, son simplemente el modo en que nos tiramos dos años recorriendo Asia en autoestop.
El avión es seguramente el medio de transporte más eficiente para acortar distancias, el tren quizás el más romántico y alquilar una moto en el sudeste asiático el súmmum de la aventura mochilera. Pero el mundo se ve de otro modo desde la cabina de un camión, y con los ojos de quien te lleva. Las carreteras cobran caras y nombres cuando se viaja en autoestop. Viajar a dedo no es sólo una de las formas más económicas de moverse por un país sino, sobre todo, una de las que te regala más historias a cambio de tu tiempo.
La tienda de campaña te acompaña (acampa más)
Entendemos que los hostales tienen su punto, que el couchsurfing está de moda, que uno viaja para encontrarse con otros viajeros y que tras un día intenso de monumentos, mercadillos, fotos y comida callejera, uno quiere cuatro paredes con cama, baño y wifi para compartir la experiencia. No digo que no. Pero también, de vez en cuando, uno quiere ver las estrellas, escaparse del barullo, tomar una playa, una colina o una azotea. Y acampar. Volver a lo básico. Una tienda de campaña pequeña (1 o 2 personas) supone un par de kilos más en la mochila pero hace que, a veces, buscar alojamiento sea tan sencillo como preguntar ¿dónde puedo acampar? Y si tu destino es tropical, con una mosquitera te podrás apañar en cualquier sitio.
Kettle de viaje o campingas (ahorra en comidas)
Los viajes son sus comidas y sabores, nadie se quiere perder la gastronomía local, los platos típicos y los barecitos con gracia. Pero seamos sinceros, al día tres ya andamos pidiendo la mitad de las comidas sin picante, a las dos semanas seleccionamos casi sin querer el restaurante que la guía marca como autor de “las mejores pizzas de la ciudad” y al mes y medio soñamos con una simple tostada y un café con leche para desayunar. No es que uno se tenga que pasar todo el día de cocinero, pero viajar con una pequeña kettle o un camping gas, no solo hace que algunas de tus comidas te salgan casi gratis, sino que será además una excusa para curiosear mercados, improvisar tus propias recetas mochileras con ingredientes que ni sabías que existían y usar toda esa colección de tés y especias que has ido recopilando por ahí.
VIAJAR CON SEGURO... ¿SÍ o NO?
Si vas a viajar por libre, lo mejor que puedes hacer es contratar un buen seguro de viaje. Mi recomendación es que contrates un seguro de Intermundial, la compañía más experta en seguros de viaje, con quien tendrás asistencia médica y todas tus necesidades cubiertas tanto antes de viajar como en destino.
Café con wifi, y nada de agua mineral (lleva tu propia botella en la mochila)
Nosotros somos de sentarnos en dos tipos de sitios, los que tienen encanto y los que tienen wifi (bueno, y a veces los que tienen baño). En el primer grupo van los puestos callejeros, los bares de barrio, las teterías en los mercados y algún que otro café con buenas vistas. En el segundo entran los sitios más turísticos, los lobby de hotel, las terrazas de hostal, los chiringuitos de playa y todos esos otros establecimientos desde los que mandamos noticias a la familia o actualizamos el blog, y donde siempre nos tomamos algo a cambio de wifi. Todas las demás bebidas, empezando por el agua, pero también el té del desayuno, una limonada y lo que haga falta para afrontar el día intentamos llevarlas en nuestra propia botella o termo. En China cualquier sitio tiene agua hervida, en Tailandia se puede rellenar agua purificada en máquinas por casi nada, en Myanmar la encuentras por todas partes en garrafas, y por Europa no hay ni que recordar que hay grifos y fuentes. Si además viajas con filtro, mejor que mejor. Ahorra pasta y plástico al mismo tiempo.
Monta tu propio itinerario
Está muy bien consultar guías y blogs, saber que hay que ver en cada ciudad y por donde están esparcidos los puntos de interés en el país que vas a visitar. Pero intentar verlo todo, entrar en todo, hacerlo todo, no solo acabará con tu bolsillo sino incluso con tus ganas de viajar. Móntate tu itinerario, escoge los monumentos y actividades que realmente te interesen, y deja espacio entre una cosa y otra para disfrutar de tu tiempo. Hay muchos sitios que merecen la pena, pero ninguno es obligatorio. Al principio no te podrás resistir a verlo todo, pero tras uno o dos meses te darás cuenta de que a veces compensa ver menos y vivir más. Tu bolsillo te agradecerá los días tranquilos, y tu mente se alegrará de poder respirar.
Camina, no seas vago.
Casi todos los viajeros se quejan de taxistas y conductores que les persiguen con ofertas. Nosotros casi nunca tuvimos problemas porque a cada propuesta de transporte sonreíamos señalando nuestras piernas y explicando que preferíamos caminar, a donde fuera. Quizás no te dé tiempo a verlo todo si vas por tu cuenta, y seguro que el taxista o el conductor del tuk-tuk, se sabe de memoria el recorrido y te lleva de monumento en monumento sin perder el tiempo, devolviéndote a la terraza del hostal justo a la hora del atardecer. Pero perderse tiene su encanto, y a veces merece la pena no tachar todos los puntos marcados por el itinerario, a cambio de construir el propio (ver el consejo numero 5). Camina entre un punto y otro para recordar lo que significa “descubrir” un lugar. Ninguna guía te podría contar tras que callejuela se esconde un patio con olor de azahar, ni desde qué parque verás ponerse el sol, y no hay itinerario que marque las vueltas que diste hasta toparte con tu tienducha preferida del bazar. No te lo pueden contar, y no se puede pagar.
Hay mil formas de ahorrar en los viajes, de reducir gastos, de conseguirlo todo al mejor precio. Después de una primera tanda de 6 consejos de autoestopistas para viajar más lejos por menos, es el turno de la segunda parte para que veas que el arte de viajar a dedo o haciendo autostop está al alcance de todos.
Comparte.
Compartir habitación. Compartir postre. Moto de alquilar. Taxi. Excursiones. Tiempo. El viajero casi nunca esta solo (si no quiere) y compartiendo con otros se abaratan costes y se gana confianza para animarse a hacer cosas que uno solo no querría (véase autoestop, acampada, recetas de campingas en la terraza del hostal…). Si viajas solo, no te apures, en muchos sitios encontraras otros viajeros en solitario con ganas de compartir la mañana, el día o la semana con alguien más. Y si te alojas con couchsurfing, acuérdate de que no todo tiene que ser gratis, invita a tu anfitrión a lo que te puedas permitir. Compartir no es un gasto cualquiera. Y siempre merece la pena.
Si quieres trabajar a cambio de alojamiento, ofrécete.
A veces no es necesario tenerlo todo organizado a través de Helpx o Workaway. Basta con preguntar en un hostal, agencia de ecoturismo o bar de playa y estar listo para invertir un poco de tiempo en el proyecto de otro. Aunque estuvimos suscritos a varias páginas durante un tiempo, al final sólo utilizamos una de housesitting, todo lo demás (pelis, hostales, fotografía, talleres, pintar mapas, cuidar animales, ayudar en huertos…) nos salió por el camino de forma improvisada. Que no te de corte preguntar. Todos sabemos hacer algo que otra persona puede necesitar.
Observa y aprende (trucos para viajar barato en cada país)
A donde fueres haz lo que vieres. Tú serás extranjero, pero ellos no. Observa y aprende de los maestros, cómo disfrutar del día a día con poco dinero. En Turquía aprendimos a jugar al backgammon y nos pasamos horas en teterías, parques, casas y gasolineras haciendo migas con quien fuera. En Irán nos dimos cuenta que acampar en los parques era algo normal. En India, varias veces, alquilamos habitación y cocina en alguna casita de pueblo por muy poco dinero, y además pudimos ayudar a los vecinos comprando las verduras directamente de sus huertos. A veces viajar significa pararse a mirar.
Sal de los circuitos (pon rumbo a donde nadie vaya)
Merece la pena perderle el miedo a salirse de la ruta. Usando más los mapas que las guías turísticas muchas veces nos alejamos de circuitos pre-diseñados, donde todo está ya listo para que lo consumamos. Es cierto que por ponernos a caminar por sitios poco transitados, en los que moverse requiere tiempo y paciencia, uno se puede quedar sin tiempo de visado para tachar ciudades. Pero a cambio el viajero se encuentra con historias, gente y paisajes de las que poco sabía antes de salir de casa. Con ganas suficientes, ojos abiertos y los consejos anteriores, los sitios menos turísticos pueden ayudar a tu bolsillo mochilero. Pero aunque no fuera así, desviarse para ir a un lugar que te llame por lo que sea, siempre merece la pena.
Apunta lo que gastas
Lo tenemos comprobado: si apuntamos los gastos, los controlamos más. No se trata de andar todo el día contando céntimos, ni de deprimirse por llevar el presupuesto en negativo o dejar de tomarte una cerveza porque ya has llegado al límite del día. A veces gastar un poco más es necesario, pero si lo haces no te olvides de apuntarlo. Al final de la semana, o del mes, cuando calcules tus gastos, sabrás qué cosas te sobran y sin qué otras no querrías viajar. Así, si quieres ahorrar para el visado de un país que no estaba en tu itinerario, para hacer alguna actividad extra o para andar menos apurado al final de un viaje, sabrás dónde recortar. Y una vez que sepas cuánto se va en alojamiento, transporte, comida o bebidas, lo mismo te animas con más ganas a seguir los consejos anteriores y viajar con algo menos.
Date un respiro (a veces hace falta olvidarse del presupuesto)
Ahora vas a pensar que nos contradecimos. Tras decirte que te olvides hasta de hostales y cafeterías, que viajes a dedo por caminos desolados, compartas postre y te patees medio mundo, vamos a venir a decirte que te olvides del maldito presupuesto. Pues sí. De vez en cuando cómprate algo bonito, siéntate en la heladería que más te plazca o cambia por una noche el dormitorio del hostal por un cuarto para ti (sobre todo si viajas en pareja). Sí, es una contradicción necesaria, aún más si eres de los que siguen consejos a rajatabla, y de ahora en adelante has decidido que no vas a ningún sitio si no es de acampada, que se acabó hasta coger el metro en tu propia ciudad y ya no te vas a tomar ni un menta poleo si no te lo llevas de casa. Viajar durante largos periodos de tiempo con un presupuesto mínimo supone andar por el mundo como si se tratara de una gran carrera de obstáculos, con los ojos siempre abiertos, alerta y a veces durmiendo poco. Si eres humano acabarás cansado. De vez en cuando para poder seguir avanzando, hay que parar a cargar pilas y tomarse un café con wifi y vistas en algún bonito lugar.
Viajes como viajes… disfruta, aprende, comparte, y sé feliz.
Roving Snails son Boris, Marta y Burma, dos humanos y una gata que acaban de volver de un viaje por Asia en autoestop. Fueron de Bulgaria a India en 511 días sin coger un avión. En su blog cuentan historias de autoestop, dan consejos para viajar con poco y de vez en cuando se inventan cuentos. Siguen sus aventuras en Twitter y Facebook.